29 de octubre de 2005

Hay algo que es cierto. A parte de estar embelesado estoy estúpido, o al menos cuando estoy contigo o te hablo, mis sentidos, mi memoria y mi conciencia me traicionan, es como si de repente o de pronto decidieran complotar en contra mía para hacerme quedar mal cuando más necesito de su agudeza, son como unos duendecillos cabrones y malvados.

Es curioso como ahora empiezo a escribir mis pensamientos y de pronto stop, skip, play y pause, eternamente pause.

No se como intepretar, no se si tenga interpretación, no se si quiera si era en realidad un cuervo, pero hacía los sonidos que un cuervo de Edgar Allan Poe hubiera hecho, eran como gritos sordos y sofocados, guturales, seguidos de chillidos o chirridos penetrantes. Ahi estaba, glorioso, a lo alto del poste, dejándose mojar por la lluvia gentil, revoloteando, esperando el momento preciso para sacarme los ojos, luego suelta una cagada y se va.

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